Repetir clasificación europea sería todo un éxito y no hacerlo sabría a fracaso

Pepe Elías hace 1 año 564
Los jugadores del Real Betis, antes del partido ante la Real Sociedad.- RBB

MÁS MADERA. El Real Betis ha sido el tercer peor equipo de LaLiga en las seis jornadas disputadas en el mes de abril pero llega al tramo final de la temporada, a pesar de todos los avatares y las trece expulsiones sufridas, con ventaja en la pelea por las últimas plazas europeas.

El Real Betis ha despedido por fin el desastroso mes de abril, en el que ha sido el tercer peor equipo de la Liga, minimizando daños por los tropiezos de su perseguidores, que también andan la mayoría con el agua al cuello, pues de los once equipos que van del 6º al 16º clasificados solo ganó uno esta última jornada, el Girona, que lo hizo en el Sánchez-Pizjuán para poner fin a la excelente racha del Sevilla FC desde la llegada de José Luis Mendilibar a su banquillo. 

El Real Betis visitó el 2 de abril, hace justo un mes, el Metropolitano con solo seis puntos de desventaja respecto al Atlético -y 14 y 17 sobre el Girona y el Sevilla, respectivamente- y opciones reales de pelear hasta la tercera plaza, pero ese gol postrero de Correa en el 86’ fue como un misil en la línea de flotación que dejó a los de Pellegrini, que ya venían dando síntomas de cansancio y falta de ideas, atolondrados. La inesperada y polémica derrota siguiente ante el Cádiz (0-2) -con la temprana expulsión de Canales- y la posterior victoria ante el Espanyol (3-1) dieron paso a una semana de Feria para olvidar, en la que solo fueron capaces de sumar un punto de los nueve en juego ante Osasuna, Real Sociedad y Barcelona.

Con 4 puntos de 18 en las seis últimas jornadas -las que restan para el final-, solo Getafe (2) y Elche (3) han sumado menos que los verdiblancos en este funesto mes de abril que ya acabó, en el que el mejor ha sido el Atlético (15 puntos), por delante de Girona y Sevilla (ambos con 13). Es cierto que en este tramo el Betis ha tenido el calendario más duro de todos -se ha medido a tres de los cuatro primeros, Barcelona, Atlético y Real Sociedad, así como a uno de los finalistas de Copa-, que el rosario de tempranas expulsiones injustas ha seguido aumentando -Canales ante el Cádiz y Edgar en Barcelona- y las lesiones han continuado haciendo mella, aunque no hay que obviar el bajón de juego que ha pegado todo el equipo, en especial desde que se lesionara Fekir hace ya más de dos meses, a finales de febrero en Elche.

De los once partidos disputados sin el francés el Betis solo ha ganado dos -a Mallorca y Espanyol-, pese a lo cual, y gracias al gran acopio de puntos hecho en las fases de bonanza, llega al sprint final con un colchoncito de dos puntos sobre el séptimo -Athletic- y otro más mullido de cinco sobre el octavo -Girona-, rivales ambos a los que ha aún de visitar. 

Los de Pellegrini siguen dependiendo de si mismos para certificar por tercera campaña seguida su clasificación europea -lo que sería un logro sin precedentes en su historia-, aunque han de ponerse las pilas -se han quedado sin marcar en cinco de sus ocho últimos partidos- porque se van a jugar la temporada en estos seis últimos partidos, ante cuatro de sus inmediatos perseguidores -Athletic, Rayo, Sevilla y Girona, frente a los que sumó dos victorias y dos empates en la primera vuelta- y dos rivales que luchan por evitar el descenso, Getafe y Valencia. 

No entrar en Champions -ya a nueve puntos-, como bien ha indicado Pellegrini cada vez que le han cuestionado, en ningún caso puede ser considerado un fracaso, pero quedar fuera de Europa -el Girona, octavo, solo está a cinco- sí que dejaría ese regusto después de haber estado toda la campaña saboreando las mieles de los primeros puestos, a pesar de las trece expulsiones y la saña de los comités federativos. Repetir clasificación europea, con todos los avatares sufridos, sería sin lugar a dudas un éxito para un club con el presupuesto y el límite salarial que maneja el Real Betis, que este jueves en el Nuevo San Mamés -donde nunca ha marcado un gol- debe empezar a despejar las últimas piedras que le quedan en el camino.

 

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