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Real Betis
Que el Real Betis jugó un pésimo partido en Mendizorroza es algo que nadie discute, y que venía de hacer uno bastante malo en Balaídos, también. Y que solo ha ganado -al Villanovense- uno de los nueve últimos que ha disputado, con cuatro empates (Almería, Real Madrid, Real Sociedad y Girona) y cuatro derrotas por la mínima (Sparta de Praga, Rangers, Celta y Alavés) en los otros ocho, es una evidencia fácilmente constatable. Ahora bien, eso que aseveran algunos de que estamos ante el peor momento de la era Pellegrini, como que no.
El Betis perdió en Vigo su primer partido de Liga después de trece sin conocer la derrota, y en Mendizorroza puso fin a una racha de casi cinco años sin perder en la Copa del Rey, la mejor de su historia y una de las más duraderas en la más añeja competición del fútbol español. Por refrescar a los desmemoriados, en su primera campaña el Betis con Pellegrini perdió siete partidos de Liga, y ganó solo dos, entre las jornadas 3ª y 11ª, anotando 9 goles y encajando 23, que le hicieron ocupar el 15º puesto en la clasificación tras la undécima jornada, a siete puntos del sexto clasificado -que entonces era el Sevilla FC- y solo dos por encima de la primera plaza de descenso, que ocupaba el Celta.
En el club nadie perdió los nervios y ese Betis acabó clasificándose para Europa, pese a una racha de seis partidos seguidos de Liga sin ganar entre las jornadas 29ª y 34ª -ahora lleva cinco- en la 2020/21, repitió en la 2021/22 -ganando también la Copa del Rey- y en la 2022/23, lo nunca visto antes en la historia de la entidad heliopolitana, que jamás se había clasificado dos campañas seguidas para competiciones europeas con un mismo entrendor y este año pelea para hacerlo por cuarta vez. Todo un éxito de Pellegrini y los dirigentes que lo respaldan y han puesto a su disposición un plantel capaz de pelear de manera asidua por objetivos a los que el club, históricamente, solo aspiraba de manera esporádica y con unos dientes de sierra que en estos momentos parecen superados, pues se califica como “fracaso” el ir séptimo cuando no hace mucho ese adjetivo era sinónimo de descenso o de pelear por evitarlo hasta la última jornada, algo que los béticos más veteranos han vivido a lo largo de toda su existencia y los veinteañeros de hoy -esos que tanto proliferan por las redes sociales- apenas conocen.
Las sensaciones que ofreció el Betis en Vitoria fueron realmente malas, eso no admite discusión, pero hace nada, incluso ya con la sensible baja de Guido Rodríguez, el equipo era una máquina de competir, como demostró muy recientemente en los choques previos al parón navideño ante Real Madrid, Real Sociedad y Girona, saldados todos con empates. Dudar a estas alturas de Pellegrini es tan ridículo como aseverar que era un ‘milagro’ lo que ha venido haciendo al frente del plantel bético estas últimas temporadas, en las que el Real Betis mantiene una constante regularidad como pocos clubes en Europa (61, 65 y 60 puntos). Una sensacional labor, sin duda, al sacar un excelente rendimiento a un plantel de buenos futbolistas, varios de los cuales han sufrido importantes y largas lesiones -Fekir, Bartra, Guido…- y otros como Borja Iglesias -otrora decisivo con sus goles- o William Carvalho están en un alarmante momento de baja forma.
El propio Pellegrini recordaba el viernes, en la previa del choque copero, que el Real Betis “se plantea objetivos quizá más altos que los reales”, lo que “nos ha hecho rendir a un alto nivel", aunque esa alta exigencia pase factura a modo de gran desencanto y frustración en cuanto las primeras derrotas, que se han hecho esperar, han llegado. Tanto desde la dirigencia del club como el cuerpo técnico están de sobras capacitados para revertir esta mala racha, sin que venga a cuento eso de buscar cabezas de turco ni chivos expiatorios. Que el Betis pasa recientemente por un mal momento de juego y resultados es evidente, como también lo es que a medio y largo plazo está en uno de los mejores momentos deportivos de su historia. Con estos dirigentes y este técnico. Y eso tampoco admite discusión.