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Real Betis
El Real Betis ha mantenido el tipo, que no es poco, en este turbulento periodo de fichajes, marcado por la deflación del mercado, la cada vez más preocupante preponderancia de la Premier League y el brutal endeudamiento asumido por el FC Barcelona, que augura tiempos complicadísimos a los sucesores de Joan Laporta y su conversión en SAD más temprano que tarde, aunque ahora haya logrado conjuntar un equipo para pelear LaLiga a un Real Madrid que, como casi todos, no ha podido evitar tener que vender a alguna de sus figuras (Casemiro) al fútbol inglés, donde están abocados a la ruina como sigan pagando esas cantidades desorbitadas por futbolistas que no las merecen (Antony, Cucurella, Isak, Fofana...).
El Real Betis anda con el límite salarial excedido desde que hace unos años apostó por poner todo el dinero, y algo más, sobre el campo para potenciar el plantel, con el que ha conseguido tres clasificaciones para competiciones europeas en las cuatro últimas campañas y el reciente título de la Copa del Rey, un bagaje sin precedentes en la historia del club verdiblanco. La deflación postpandemia y la ruleta rusa en la que se ha convertido el mercado, junto a un evidente error de cálculo de sus dirigentes, le ha impedido seguir utilizando la fórmula de vender para crecer que tan bien funcionó en los veranos de 2018 (unos 50 millones por las ventas de Fabián, Pezzella y Durmisi) o 2019 (más de 100 millones por Lo Celso, Pau López y Junior).
El club verdiblanco, tras tres veranos sin ventas relevantes, ha tenido que tirar de numerosos recursos, la solidaridad de sus propios futbolistas -lo que habla maravillas de la gran unión y compañerismo que hay en el plantel que gobierna Pellegrini- y la chequera de sus dirigentes, para poder mantener el bloque del equipo campeón de Copa, que no ha podido reforzar como se pretendía pero mantiene un alto nivel competitivo y recorta diferencias con una serie de rivales directos (en especial Valencia y Sevilla...) que sí han tenido que vender a sus principales figuras para cuadrar sus cuentas, sin traer sustitutos del mismo nivel, sufriendo un considerable descenso en su potencial deportivo.
La plantilla del Real Betis tenía un valor de mercado inferior en 169 millones de euros a la del Sevilla FC a finales de la pasada campaña y en la actualidad es solo de -36, según la web especialiada transfermarkt. Es lo que tiene vender a jugadores como Koundé y Diego Carlos (y ceder a Ocampos) o mantener a otros como Fekir, Guido Rodríguez, Borja Iglesias o William Carvalho -cuya renovación ha sido la mejor noticia que deja el mercado en verdiblanco-, pues mientras en un lado los dirigentes han vendido a sus figuras para poder enjugar el déficti y seguir cobrando los dividendos que tienen aprobados por su junta general -que controlan entre cuatro-, en el otro los máximos accionistas han asumido sus errores de cálculo y se han jugado su dinero para satisfacer las exigencias de los minoritarios, que de ninguna manera querían que se debilitara el plantel.
Este fin de semana vuelve LaLIga y el Betis se jugará el sábado con el Real Madrid el liderato de Primera, mientras que un rato después el FC Barcelona también tiene opciones de ser líder si se da un empate en el Bernabéu y logra ganar en el Sánchez-Pizjuán a un Sevilla FC al que le urge al menos puntuar para no caer a zona de descenso tras las cuatro primeras jornadas. Y es que así es como está el patio después del cierre del mercado y se encaran tres meses de competición frenéticos hasta el parón de noviembre por el Mundial de Qatar.