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Real Betis
El Betis del Ingeniero siempre se ha caracterizado por jugar a un fútbol vistoso. Es un equipo que tiene calidad en salida de balón, que está diseñado para mantener la posesión, que tiene una calidad desmedida en el último tercio y es poseedor de una pegada imparable. No obstante, durante estos tres años con el chileno ha aprendido a dominar un tramo del partido que nunca antes había controlado: cuando debe resistir muy cerca de su portería para defender un resultado. Y gracias a ese ímpetu, esfuerzo y competitividad, consiguió sacar tres puntos de oro en tierras mallorquinas para sumar un seis de seis.
Tras una equilibrada, pareja y disputada primera mitad, en la segunda los de Pellegrini perdieron el control. El Mallorca encontraba constantemente a Maffeo y Costa abiertos en banda, aparecía Kang in Lee por dentro para girarse y verticalizar, Muriqi ganaba duelos por arriba... el dominio local era evidente. De hecho, el empate llega tras una gran jugada colectiva y un centro medido del coreano que Edgar y Rui Silva no pueden evitar que acabe en la cabeza del delantero kosovar. Obviamente, claro mérito del rival por su buen fútbol y la superioridad que estaba mostrando.
Justo cuando el partido estaba más embarrado, más cerrado y más difícil de controlar, apareció un excelente Nabil Fekir para provocar el penalti de Battaglia. De eso, en realidad, va el fútbol siempre: aprovechar los errores del rival. En ese aspecto los verdiblancos no pudieron estar mejor. Dos penaltis a las mallas y una codiciada ventaja en el marcador que debía proteger con uñas y dientes para sumar el seis de seis.
Con veinte minutos por delante, sin sustitutos de nivel para dominar el último tramo del choque y con un Mallorca volcado, solo quedaba aguantar; y en ese sentido los béticos cumplieron con creces. Se fajaron, defendieron, sufrieron, pelearon, lucharon... consiguieron que el bloque se mantuviera sólido, ordenado con el fin de aguardar el resultado. Los jugadores del Betis disfrutan con el balón en los pies, con metros por delante y ofreciendo un fútbol alegre, pero han mostrado, y con creces, su capacidad de competitividad en un escenario de gran exigencia contra un rival volcado sobre la meta verdiblanca. Seis de seis enseñando las dos caras de la moneda: disfrutar y sufrir.