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Real Betis
El cuarto empate seguido en el derbi no deja heridos ni nada que celebrar en ninguna de las dos hinchadas. Pese a que el punto no es malo para sus intereses, pues recortan uno a la Real Sociedad y hoy sabremos si distancian en otro al Valencia, los béticos se fueron tremendamente malhumorados y decepcionados del Benito Villamarín, donde no encuentran, desde hace muchísimos años, la manera de meterle mano al eterno rival y casi siempre le ocurren sucesos extraños, en este caso la lesión de Bakambu (48') cuando se plantaba solo ante el portero rival tras una vertiginosa contra y se rompió solo justo antes de rematar el que parecía el 2-0, instantes antes de que Nyland lo evitara con un paradón ante Ayoze (52') y de que Kike Salas (55') lograra el 1-1 en el único remate entre los tres palos de los sevillistas en todo el partido.
Desde el Domingo de Romo de 1986 las victorias conseguidas por el Betis en su estadio se pueden contar con los dedos de una mano: cinco, tres con Serra, otra con Setién y la última, en Copa, con Pellegrini, que en LaLiga suma ya ocho derbis sin ganar para un total de once seguidos del equipo sin conocer la victoria, desde el 1-0 con gol de Joaquín de septiembre de 2018, la segunda peor serie de su historia, tras los doce que acumuló entre 1997 y 2005: del 3-3 con gol de Galván en el 89' de un Sevilla que se iba sin remisión a a Segunda ante el mejor Betis de los últimos tiempos que ganaba 3-1 en el 86', al 1-0 de Oliveira que dio pie a una remontada de época y acabó con la imbatibilidad de Caparrós y su primera y larga etapa al frente del Sevilla. La mosca de los derbis lleva décadas detrás de la oreja de los béticos y no hay manera de espantarla.
Al Sevilla el punto le vale... para perder un puesto y enterrar las escasas opciones que tenía de soñar con pelear la séptima plaza
Al Sevilla el punto solo le vale para engordar su estadística histórica, que no es poco en los caóticos tiempos que está viviendo, con cinco entrenadores distintos en los cinco últimos derbis, pues tras el empate del Cádiz horas antes ya podía darse por salvado -la semana próxima será matemático- y solo un triunfo en el Villamarín y la cuarta victoria seguida con Quique habría podido despertar los sueños de una remontada épica en el sprint final, como la sufrida en sus carnes en 2005 a pies de Villarreal, el propio Betis y Espanyol, que le apartaron de la Champions tras dilapidar su amplia ventaja en los cuatro últimos partidos -siendo tercero para acabar sexto-, lo que a la chita callando está llevando a cabo esta campaña el Villarreal, que ha pasado de estar peleando hace semanas por la permanencia a hacerlo ahora por la séptima plaza, tras ganar seis de sus últimos ocho compromisos, las mismas victorias que había logrado en las veinticinco jornadas anteriores. El empate en el derbi solo sirve al Sevilla para bajar del 12º al 13º puesto en la clasificación y verse superado por el Alavés, con el que iguala a puntos y con el que perdió sus dos partidos.
Pero este Sevilla FC, que no está para muchos trotes, tras empatar el derbi ya es prácticamente seguro que por segunda vez en veinituna temporadas se va a quedar fuera de competiciones europeas -con el consiguiente varapalo económico que ello supone para un plantel con muchos salarios Champions-, suma ya cuatro derbis seguidos sin conocer la victoria, la que es su peor serie desde 2012, y va a perder por 27ª vez la liga particular con el Betis, al que se la ha ganado en 25 ocasiones cuando ambos han coincidido en Primera. El Sevilla hace 21 años -desde 2003, con Juande primero y Vícftor Fernández despues, frente a Caparrós- que no queda dos campañas seguidas por detrás del Betis, como va a ocurrir esta temporada. De los últimos seis derbis solo ha ganado uno (y perdido otro, el de Copa) y en los seis anteriores había logrado cinco victorias y un empate, que ahora algunos celebran como victoria porque, estando a once puntos del Betis y sin opciones de acercarse, ni de lejos, a los puestos de Conference que algunos miraban de reojo y con la boca chica, ya no les queda otra cosa que celebrar.
Manolote y Ortiz Arias completaron un arbitraje para olvidar
Tampoco puede irse satisfecho el colegiado murciano José María Sánchez Martínez ‘Manolete’, en 2020 elegido el mejor árbitro de LaLiga -lo que da buena idea del nivel- que perpetró un arbitraje para olvidar. Castigó al Sevilla con un penalti por manos de Lukebakio que seguramente no eran merecedoras de tal castigo y luego dejó sin sanción otro por un manotazo en la cara de Badé a Isco dentro del área, cuando fuera de ella sancionó varias faltas y sacó tarjetas a En Nesyri y Suso por acciones idénticas y el año pasado incluso expulsó con roja directa a Fekir por un braceo similar con el Papu. Ortiz Arias, desde el VAR, lo hizo todo al revés: no advirtió a Manolete de que Lukebakio estaba girado y sus manos no ocupaban una posición antinatural y sí lo hizo cuando no debía, ya que el manotazo de Badé a Isco fue claro y en ese tipo de jugadas el VAR nunca debe entrar, según marca el protocolo del CTA del ínclito Medina Cantalejo que, una vez sí y otra también, se saltan a la torera los colegiados cada vez que les viene en gana.