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Real Betis
Desde hace algunos años, el Real Betis ha priorizado la parcela ofensiva. Ha basado su filosofía y su estilo de juego en un fútbol alegre, dinámico y vistoso, pero siempre se ha encontrado con la misma piedra en el camino: la sangría de goles encajados. Gracias a los futbolistas de calidad y el talento diferencial en los últimos metros nunca ha tenido problemas con el gol, pero jamás ha llegado a ser consistente sin el balón. Y ese es el principal mérito de Manuel Pellegrini en el banquillo verdiblanco: convertir un equipo frágil y débil en un bloque sólido, competitivo, trabajador y que ha aprendido a sufrir.
El conjunto verdiblanco sigue apostando por su idea alegre y atrevida, pero ha comprendido la importancia de mantenerse sólido defensivamente. Es una de las mejorías que explican la espectacular e histórica temporada del equipo del Ingeniero. Mediante el 4-4-2 a la hora de defender, los de Pellegrini han sido organizados y coordinados en la presión y nunca se han llegado a romper como sí lo hacían en años anteriores. Gracias, en parte, al asombroso nivel de un Guido Rodríguez que conserva el bloque compacto y ayuda constantemente al resto de compañeros. Además, y ya lo comentaba el propio Marc Bartra para BeSoccer Betis, se defiende desde la primera línea, desde la doble punta, pasando por el trabajo de los extremos, el filtro del doble pivote y, obviamente, la calidad defensiva de una línea de cuatro que ha elevado su nivel individual, en gran parte, por la mejoría colectiva.
No es solo una cuestión táctica o posicional, también lo es de actitud, de mentalidad. El técnico chileno ha dotado a sus jugadores de mentalidad defensiva. Y esto, en muchos escenarios donde no ha tenido otra opción, le ha permitido saber sufrir. Antes, cuando tocaba defender cerca de la portería, siempre acababa habiendo errores: un penalti, una marca que se escapa, un mal despeje, un tiro desde fuera del área... ahora es todo lo contrario. Y la demostración está en partidos como Anoeta en Copa, Vallecas en liga o el Camp Nou, donde los verdiblancos se aferraron cerca de su guardameta y se mantuvieron sólidos despejando centros, ganando duelos, tapando opciones de tiro... saber sufrir te permite mantener tu portería a cero para, posteriormente, volver a recuperar el dominio y, mediante tus jugadores de calidad, imponerte en el partido.
Es el principal mérito del chileno en el Benito Villamarín porque era absolutamente imprescindible. En los últimos años, el Betis siempre ha tenido calidad, jugadores de buen pie y pegada para regalar, pero jamás había aprendido a sufrir ni a defender, lo que le limitaba constantemente a nivel de resultados y de logros, lógicamente lo más importante. Esta temporada, en liga, ha bajado a los 40 goles en contra: 10 menos que el año pasado y 20 menos que el anterior. Ahora, con el Ingeniero en el banquillo, continúa siendo un vendaval ofensivo y apostando por el fútbol vistoso, pero es consciente de que en algunos momentos toca ponerse el mono de trabajo y currar como equipo.